Divulgación

Democracias occidentales en la mira

Los resultados electorales de Estados Unidos y Francia visibilizan la fragmentación de los partidos, la disolución de identidades políticas fuertes, la personalización de los liderazgos y la fluctuación del voto. Qué pasa en América Latina.


La coyuntura política internacional manifiesta que la democracia como forma de gobierno presenta algunas debilidades derivadas de la degradación que han sufrido sus instituciones. En el caso de América Latina, el “giro a la izquierda” que exhibieron los gobiernos latinoamericanos hacia la década de 2000 elevó las expectativas de importantes porciones de la ciudadanía de la región, las que condensaron en proyectos colectivos con fuerte arraigo popular que buscaban reducir las desigualdades económicas y sociales, así como generar mecanismos de participación ciudadana que empoderaran a los sectores más desfavorecidos. Luego de una década de estas experiencias de gobierno, el balance del “fin de ciclo” es, al menos, matizado.

En el caso de la Argentina, el ejercicio de más de treinta años de gobiernos elegidos por el voto popular condujo a constantes desilusiones, asociadas a la falta de consolidación de mecanismos vinculados con el control del poder y la participación ciudadana. Tal como lo ha demostrado el politólogo Hugo Quiroga, el momento político actual corrobora que la democracia presenta una serie de fragilidades evidenciadas por la fragmentación de los partidos, la disolución de identidades políticas fuertes, la personalización de liderazgos y la fluctuación del voto, fenómenos que permiten auscultar su grado de debilitamiento.

A escala regional, la situación crítica sin precedentes que atraviesa Venezuela ha llevado a numerosos intelectuales de izquierda a advertir sobre la deriva del “chavismo” en manos del presidente Maduro, que ha acentuado una serie de rasgos problemáticos presentes en el populismo venezolano desde los años 2000.

A la represión y violencia en las calles que empañan la realidad venezolana, se suma la concentración del poder en manos del actual presidente, la exacerbación del extractivismo y aumento de la militarización de la administración. Todo esto aleja a Venezuela del modelo democrático.

Por otro lado, la delicada situación que atraviesa Brasil, el líder de la región, por medio del giro conservador que significó el proceso de impeachment a la presidenta Dilma Rousseff primero, y de los escándalos de corrupción que salpicaron al gobierno de Michel Temer luego, exhibe los problemas inherentes a un gobierno ilegítimo en sus orígenes, la concentración de poder, el aumento de las fuerzas represivas frente a las movilizaciones en las calles y la escasa capacidad de control de las democracias latinoamericanas por parte de la ciudadanía.

Con todo, tal como lo ha analizado Maristella Svampa, los populismos latinoamericanos de alta intensidad combinan una suerte de “crítica al neoliberalismo con pactos con el gran capital, los efectos de la democratización con la subordinación de los actores sociales al líder, y la apertura de nuevos derechos con la reducción de los espacios del pluralismo y la tendencia a la cancelación de las diferencias”.

El agotamiento o el fin de ciclo de los populismos latinoamericanos cuestiona el lugar de la democracia en nuestras sociedades. Los gobiernos que les han sucedido no han logrado revitalizarla al no haber establecido nuevas bases para erradicar la matriz de concentración de poder.

Sin embargo, esta situación de debilitamiento de las instituciones democráticas no es exclusiva de la región latinoamericana. Este proceso se inserta en un contexto internacional que muestra signos de alarma: el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y el aumento del apoyo popular a los partidos de extrema derecha en Europa resultan indicios del aumento del descontento frente a las opciones que presenta la globalización.

Las propuestas políticas que combinan diferentes dosis de proteccionismo, exacerbación del nacionalismo y cuestionamiento de la diversidad racial y cultural bajo el prejuicio de la inseguridad han calado hondo en amplios sectores sociales de los países centrales. Sobre estas coordenadas, las notas que se reúnen en este informe tienen como propósito principal analizar la realidad política de Estados Unidos y Francia, dos países pioneros en el ejercicio de la práctica democrática.

En la nota elaborada por el politólogo Enzo Completa, el análisis se centra en los tiempos de la “posverdad” al indagar sobre los primeros cien días del gobierno del presidente Donald Trump. Su propuesta analiza la distancia entre la “verdad fáctica”, ofrecida por los hechos reales y objetivos, y la “verdad sentida”, aquella que combina sentimientos y creencias personales. Es sobre esta última que se erige el liderazgo de Trump.

Por su parte, el sociólogo Arnaud Trenta examina los resultados de las elecciones presidenciales de Francia a partir del debilitamiento de los partidos tradicionales. Finalmente, Virginia Mellado indaga la cartografía electoral que ofrecen los resultados presidenciales franceses al explorar los clivajes sociales presentes detrás del sufragio.

Con todo, las notas ofrecen un panorama sintético de la situación actual de las principales democracias occidentales.

Por: Virginia Mellado – Investigadora Asistente CONICET