Divulgación

Independencia Sudamericana

El rol de los esclavos.


En el invierno de 1814, en Santiago de Chile, la Junta Gubernativa de la Patria Vieja, emanó el decreto que instauraba la creación del regimiento de “Ingenuos de la Patria”, primer cuerpo militar compuesto por esclavos negros del territorio de Chile. Se complementaban las tropas revolucionarias con esclavos y se disponía de su manumisión para el ejército. Un año antes, en Buenos Aires, la Asamblea General Constituyente, decretaba la formación de un regimiento de “esclavos negros”. Esto hermanó a los procesos de militarización revolucionaria chileno-argentino, pues dispuso en sus tropas de línea a soldados negros libertos, que luego serían parte de los batallones de libertos del Ejército de Los Andes.

Luego del cruce de los Andes con San Martín, los batallones de afrodescendientes libres y libertos se acantonaron durante casi tres años en la ciudad de Santiago. Estos batallones estaban compuestos por esclavos chilenos y, en su mayoría, por hombres rescatados de las Provincias Unidas. Habían ingresado triunfantes a la capital del Reino tras derrotar a las fuerzas virreinales en Chacabuco.

En la ciudad, las pulperías, chinganas o lugares privados sirvieron de espacios de sociabilidad entre la población que recibió a los combatientes y las tropas del Ejército de Los Andes. En estos lugares hubo entretención, chicha, aguardiente, música y riñas. Los sumarios militares nos muestran los conflictos, orígenes y periplos de varios de los soldados afrodescendientes del Ejército. Soldados negros de Buenos Aires, Mendoza, el Congo, Mozambique, Santiago o Aconcagua, se entretenían y ejercitaban en la ciudad recién liberada.

En ese contexto, una medianoche de julio de 1817 un grupo de soldados del Ejército de Los Andes deambuló por la calle de Los Huérfanos, cercana a la plaza en Santiago de Chile, y golpeó la puerta del castellano “Hermenegildo Martínez”. Su criada, cerciorándose del peligro, preguntó quién golpeaba. Ante el llamado “…respondió una voz que era patrulla…”. Al momento de abrir las puertas, uno de soldados que oficiaba de sargento, mencionó que “…venía con orden del señor general para llevarlo…”. Pero tal orden nunca existió. Saquearon la casa del pulpero y le robaron 40 pesos.

Entre los militares identificados en el proceso se encuentran dos bonaerenses (uno de ellos reconocido posteriormente en Lima, en el Regimiento de Infantería del Río de la Plata, Compañía de Granaderos Primer Batallón, Manuel Espíritu Santo), dos africanos: un angoleño, el otro guineano, y dos chilenos: uno de Valdivia y el otro de Santiago, todos menores de 25 años y pertenecientes al batallón N°8.

El salteo en las calles de Santiago era frecuente, pero resulta llamativo en este caso el posicionamiento de autoridad que se arrojaron antiguos esclavos, ahora libertos y soldados de un ejército triunfador.

La circulación de esclavos en espacios urbanos, que a voz de la historiadora Carmen Bernard no resultaba una rareza en las ciudades latinoamericanas tardo-coloniales, pasó a configurarse en una práctica donde esclavos libertos con uniformes y fusiles hacían gala y, a veces, abuso de su autoridad. Una autoridad que se entremezcló con la experiencia triunfadora del ejército patriota y la gran variedad de retórica y proclamas libertarias que era aplicable al proceso de emancipación contra España y a los propios esclavos.

En la ciudad de Santiago, al igual que en Mendoza o Buenos Aires, era posible contrastar la imagen de sujetos serviles o castigados en plazas públicas con estos libertos del ejército.

En efecto, la participación de africanos y afrodescendientes americanos en los procesos de independencia de las naciones modernas en el extenso espacio sudamericano fue una realidad. Por lo tanto, los alcances de las investigaciones históricas deberían ampliarse en lo geográfico y temporal y no reducirse a lo nacional. Y, en ese marco, analizar las modalidades de participación de estos soldados y su vinculación con los procesos de independencia, examinando sus tránsitos regionales y el pasaje de esclavo a soldado de la Patria.

Por: Luis Madrid Moraga, Universidad de Chile.