Divulgación
La vivienda en el paisaje vitivinícola del área metropolitana de Mendoza
Divulgación
La vivienda es uno de los elementos principales de valor patrimonial que interviene en la conformación del territorio y el paisaje que la integra. Los cambios materiales habitacionales acontecidos en el tiempo y su correlato en el entorno dejaron una impronta material y semántica que se van acumulando y resignificando a lo largo del tiempo influyendo en el paisaje vitivinícola, condicionando y sentando bases para acciones futuras.
El paisaje en la actualidad es considerado como el resultado de la combinación de aspectos naturales, culturales, históricos, funcionales y visuales (o estéticos) y a su vez es concebido como un ente dinámico, e integrador, cuyo carácter es totalizador del ecosistema, formado como resultado de la acción e interacción entre las características naturales y la acción humana aplicada en el tiempo, vinculado directamente con la percepción territorial de la población.
La forma material del paisaje es producto de procesos culturales, de una red de relaciones significativas que conforman un sistema concreto de transformación de la organización territorial. La concepción del tema como un sistema permite el análisis y comprensión de pautas y estructuras que materializan en el paisaje el ideario de cada etapa cultural. La manifestación formal de la identidad, es decir, el carácter del paisaje, como sostienen los autores Cruz Pérez y Español Echanizincorpora tanto la organización actual que tiene el paisaje como todas aquellas que ha tenido, pues todas ellas constituyen un valor trascendente de su identidad.
El paisaje tanto urbano como rural en su morfología acumulativa representa en sí mismo un valor cultural de integración, de organización del espacio. Es por ello, que el diagnóstico de su carácter, debe contemplar la situación actual del mismo y los elementos que perduran de otras organizaciones previas, estableciendo su relevancia y la relación espacial e histórica que se da entre ellos. A ello se le suma, que la identidad de un paisaje también descansa sobre la presencia de los elementos concretos singulares – hitos que tienen relevancia en la estructura y procesos del paisaje. El hito que se integra en el paisaje, y que puede pertenecer a distintas épocas, tiene valor en sí mismo, pero es su presencia en un lugar determinado la que le otorga su auténtico significado, en relación con la organización y pautas del paisaje. La pérdida de un elemento específico paisajístico afecta directamente a la posibilidad de lectura del significado y la de un conjunto de hitos, la capacidad de interpretación de sus relaciones estructurales.
De allí, que la interpretación histórica del paisaje es una herramienta fundamental para la lectura de su carácter y sus transformaciones en el tiempo.
La vivienda es unos de los elementos (hitos) principales de valor patrimonial que contribuyen en la conformación de la trama urbana, el territorio y el paisaje cultural que los integra. El espacio doméstico, en su función básica, brinda una respuesta a la necesidad del ser humano de cobijo y protección en un lugar, que permite el desarrollo de la célula básica de una sociedad, la familia. En sus locales, se despliega la vida privada de este grupo humano, que se encuentra estrechamente relacionada con el marco contextual socio económico y cultural en el que se inserta. En estas construcciones no sólo se conjugan modos de vida y costumbres, sino también aspectos económicos, conocimientos técnicos, artísticos, y recursos disponibles propios de una época, lugar y un determinado grupo social.
Las viviendas del Área Metropolitana de Mendoza (AMM) independientemente de su ubicación se encuentran fundamentalmente supeditadas por ser una zona desértica a la disponibilidad de agua, ya que es indispensable para poder sobrevivir, emplazarse y desarrollarse en un determinado lugar. Es decir, históricamente, las redes camineras, ferroviarias e hídricas influyeron directamente en la conformación de las ciudades, el territorio y su paisaje. En la medida que estos servicios se fueron extendiendo por el AMM, crecieron nuevos poblamientos, extendieron superficies de suelo cultivadas y erigieron nuevos establecimientos productivos. La vivienda ocupa un rol fundamental en este crecimiento y apropiación territorial.
Las viviendas, correspondientes a las épocas de sus construcciones, se superponen a modo de capas temporales que se conjugan junto a otros elementos patrimoniales en el paisaje (edificios productivos, de transporte, redes de circulación e hídricas entre tantos otros vinculados con el habitar) como un todo resultante en el presente.
Del análisis histórico del paisaje se pueden distinguir etapas claves que influyeron en la conformación del paisaje urbano, agrícola y vitivinícola.
Las características materiales de las casas son variadas y heterogéneas en el extenso marco temporal que abarca desde 1850 hasta 2000. Éstas se pueden subdividir en cuatro períodos – capas principales que vinculan la materialidad de las viviendas con las formas del habitar junto a los acontecimientos contextuales históricos que influyeron en las mismas y en el paisaje vitivinícola, a saber:
A – Periodo del habitar tradicional (1850 – 1885). De tierra, mate y tertulias y el paisaje proto-industrial: La influencia de estas viviendas en el paisaje dejó su impronta material como resultante de una adaptación empírica a los recursos naturales del lugar en busca de un adecuado asentamiento que permitiera la sobrevivencia. La forma de las ciudades fundacionales fue trazada según consigna española en damero. Las viviendas resultantes fueron organizadas por adición lineal de espacios desde sus fachadas exteriores hasta la organización en su interior. Sus árboles, jardines y parrales en el interior de la vivienda fueron otorgando el verde a las ciudades. En cambio, su distribución en el resto del territorio rural, las viviendas – haciendas verdaderas unidades productivas, se rodearon de superficies cultivadas con frutales, viñas, olivos y pastales, conformando de esta manera el paisaje agrícola proto-industrial fuertemente arraigado a los cursos de agua acompañada de caminos. Su ubicación conformó una red de haciendas hitos de referencias en el espacio provincial siendo los puntos de avanzada que influenciaron el crecimiento territorial urbano y agrícola posterior.
B – Periodo del habitar de la modernidad (1885 – 1930). Contrastes y pluralidad y el paisaje de la industrialización: Podríamos decir, que tanto las viviendas como el paisaje adquirieron una organización planificada racional y eficiente inspirada por una idea de progreso innovador, decidido y transformador al servicio de la modernidad en el habitar, la producción industrial y el transporte. Las líneas de ferrocarril trazaron itinerarios con la aplicación de criterios geométricos sencillos que se plasmaron sobre el relieve que junto a la eficiencia, la funcionalidad y estandarización, propio de la industrialización y de un notorio carácter estético compuesto y muy articulado en perfecta congruencia con las características materiales de la vivienda funcionales, ordenadas, higiénicas y confortables. Algunas de las haciendas proto-industriales integraron parte de esta planificación moderna. Por otra parte, las nuevas casas en los conglomerados urbanos heredaron las características organizativas del período anterior, pero se fueron ordenando, modulando, geometrizando, fortaleciendo la presencia de fachadas continuas y el verde en el interior de las mismas, sumado a la incorporación de árboles junto a las acequias paralelas a la calle, conformando en un conjunto integrado, urbes oasis.
En cambio, en los sectores rurales, las viviendas de mayor jerarquía se rodearon de jardines parquizados pintoresquistas, y a su alrededor se localizaban las plantaciones de vid y olivares conformando el espacio agrícola planificado desde una geometrización y funcionalidad eficiente del territorio. Por el otro lado, las viviendas de los trabajadores rurales (contratistas) se encontraban inmersas junto a las plantaciones rodeadas de parrales y frutales. Pero también estaban los pequeños asentamientos espontáneos que se fueron conformando en las inmediaciones de las bodegas y estaciones de ferrocarril, construidos con las características materiales de las ciudades, fachadas continuas sobre la calle. Estos poblados se vincularon unos a otros a través de caminos y las vías férreas en conjunto con la infraestructura hídrica conformando una red eficiente como un gran mecanismo interconectado y funcional que permitió el desarrollo productivo y social acordes a la modernidad, conformando el paisaje de la industrialización.
C – Periodo del habitar de la cultura de masas (1930 – 1990). La vivienda seriada para todos y el paisaje de la expansión industrial: Las viviendas de la cultura de masas y el paisaje de la expansión industrial, como el nombre lo indica son el producto ante el crecimiento poblacional masivo y productivo vitivinícola. Los pequeños poblados incipientes generados en el período anterior inmersos en suelo vitivinícola se constituyeron en urbes que de forma paulatina dieron origen a barrios y distritos departamentales, avanzando sobre suelo cultivado. Hoy muchos de ellos, se encuentran inmersos y absorbidos por completo en las tramas urbanas de los departamentos; o bien han dado forma a poblados consolidados inmersos en las zonas vitivinícolas del Área Metropolitana de Mendoza. La tipología de estas nuevas viviendas populares introdujo a la trama urbana dinamismo en la forma y la presencia de pequeños jardines en los frentes de las casas dando lugar a la tendencia de barrios jardines que se adicionaban o intercalaban a la antigua tipología de urbanización lineal, rompiendo con la métrica modulada y simétrica generalizada.
Las bases estructurantes del paisaje de la expansión industrial fueron planteadas en el período anterior, que no cambió significativamente en este período, al contrario se intensificó y se extendió, avanzando en magnitud la arquitectura de la producción y la habitacional, dando forma al paisaje de la expansión industrial vitivinícola; pero el crecimiento sostenido no fue planificado en el tiempo, lo que influyó en la tendencia de un desarrollo urbano que desencadenó la posterior metropolización del territorio avanzando paulatinamente sobre las superficies cultivadas del mismo.
D – Periodo del habitar de la extraterritorialidad y el paisaje de la metropolización (desde 1990 hasta la actualidad): El crecimiento continuo originado desde los periodos anteriores de las urbes departamentales del AMM ha efectuado una transición de una morfología compacta y geometrizada del territorio, heredada de los períodos anteriores, a una estructura espacial desestructurada, discontinua no planificada dando lugar a cambios funcionales y formales en el territorio con crecimientos urbanos descontrolados y habitacionales dispersos. Los barrios privados, encapsulados en sí mismos, se ubican avanzando sobre las superficies de cultivo vitivinícola alejados de los centros urbanos departamentales. Poseen la característica, en general, de estar desvinculados de la estructura formal, funcional del suelo, ecológico y social de su entorno, lo que está dando origen a un nuevo tipo de paisaje de la metropolización, avanzando sobre un suelo de irrigación y posibilidad de cultivo limitada poniendo en riesgo el equilibrio entre lo urbano y rural necesario para un desarrollo sustentable del Área Metropolitana de Mendoza.
Para finalizar, a través del análisis y lectura de los cambios materiales habitacionales acontecidos en 150 años y su correlato en el entorno, nos permitió observar la influencia de las viviendas en la conformación del territorio y el paisaje.
Lo que pone en evidencia y motiva una reflexión y toma de conciencia, desde los diversos actores vinculados con el tema, que de nuestras acciones presentes se está condicionando y sentando bases que tendrán consecuencias futuras en el territorio y paisaje provincial, lo que es fundamental considerar para proyectar un porvenir de nuestra sociedad en un marco sustentable.
Por Dra. Arq. Lorena Manzini Marchesi. Investigadora CONICET