Divulgación

Sergio Visacovsky: “La clase media está ligada a una narrativa del esfuerzo y el trabajo”

El antropólogo e investigador del Conicet desde 2004 se dedica a estudiar a este grupo social tan representativo de la Argentina, que para él está más relacionado a un relato moral que a una experiencia concreta de las personas. De paso por Mendoza dictará un curso dentro del Programa Interdisciplinario de Alta Formación del Instituto.


La clase media sigue siendo el centro del discurso político en nuestro país, tanto para buscar su apoyo como para denostarla. Es una categoría a la que aseguran pertenecer personas que tienen situaciones socioeconómicas muy diferentes. Se asoció durante mucho tiempo a la movilidad social ascendente, pero esto fue cuestionado a partir de los años 90 y, con más fuerza, luego de la crisis de 2001.

El antropólogo Sergio Visacovsky, de visita en la provincia, habló con Los Andes sobre las características de este estrato social. En la entrevista contó que, cuando comenzó su investigación sobre las clases medias (alrededor de 2004), le dijo a una amiga que iba a escribir un libro con los resultados y ella le respondió que seguro iba a tener pocas páginas. Es que en ese momento se planteaba la reducción del tamaño de esta población por efectos de la crisis.

Sin embargo, el investigador resaltó que preguntarse si la clase media creció o disminuyó en un cierto período  tiene sentido en un nivel muy acotado, y que al hacerlo se deja de entender aspectos muy complejos sobre la constitución de conjuntos sociales.

-¿Tiene sentido medir qué porcentaje de población pertenece a esta clase?

-Hay visiones simplificadoras que clasifican segmentos de población según criterios vinculados al nivel socioeconómico, como ingreso per cápita o estructura ocupacional, pero existe una complejidad en lo que se llama clase media que no se resuelve con este tipo de enfoque. La categoría tiene una heterogeneidad interna, se observan niveles de vida tan diversos que es posible preguntarse cuál es su utilidad.

La respuesta de las investigaciones recientes es que la clase media tiene una existencia social. Los seres humanos utilizan las categorías de clase, y específicamente la de clase media, para identificarse y diferenciarse. Las mediciones se necesitan, sin duda, pero hay aspectos que no se agotan con una medición por buena que sea.

-La clase media estaba ligada a estudiar, obtener un trabajo, acceder a una vivienda propia. ¿Por qué hoy, aunque no sea así, hay personas que se siguen considerando como miembros de esa clase?

-Es una categoría que tiene un fuerte contenido social porque, al menos en nuestro país, está ligada a una narrativa del esfuerzo y del trabajo, vinculada a su vez a un relato inmigratorio. La movilidad social ascendente tiene la cualidad de darse a partir del esfuerzo y el trabajo, de un camino decente y virtuoso.

El relato tiene eficacia más allá de que las experiencias concretas de las personas van demostrando en el último tiempo que no hay correspondencia entre un buen destino final y un recorrido virtuoso, sino más bien parece suceder lo contrario.

-¿De qué manera se sostiene entonces este relato? 

-Porque proclama un camino moral para acceder al éxito y además porque sanciona. Sanciona negativamente a esos sectores que también trabajan esforzadamente, porque no todos viven colgados del Estado, y ven pasar las generaciones sin llegar a ningún lado.

-¿Por qué la clase media es el principal destinatario del discurso político?

-En el discurso público, la interpelación a la clase media ocupa un lugar central. En la última campaña presidencial todos los candidatos se refirieron a ella y especialmente Mauricio Macri, quien dijo que teníamos que volver a ser un país de clase media. Cuestión que también planteaba, del mismo modo, Néstor Kirchner tiempo atrás. Hay una cierta asimilación entre el destino de este grupo y el destino de la Nación en el imaginario colectivo.

Y esto sigue teniendo un peso muy importante porque esta narrativa invoca algo deseable en apariencia por todos: ascender socialmente a través del trabajo, lo que implica formación e incorporación de capital cultural.

-De acuerdo a esta idea de movilidad social ascendente, debe haber sido muy difícil para quienes “cayeron” con la crisis de 2001…

-Cuando empecé con mis estudios de campo, en 2003 a 2004, me impresionó mucho que cuando lograba que un interlocutor tuviese la confianza de que la entrevista tuviese lugar en su hogar, vivía de modo problemático la vergüenza de vivir en una condición que él entendía que no correspondía a su nivel educativo, conocimientos, grado de información que manejaba.

Yo podía observar su descenso social no meramente en términos discursivos, sino en cómo retaceaban el acceso a los hogares venidos a menos. Una pared descascarada o una silla rota representaban un problema, una suerte de falta de decoro.

A lo largo del tiempo pude seguir la trayectoria de algunos de ellos que pudieron recuperar sus inversiones o ahorros, y vi el esfuerzo que hicieron para compensar esos deterioros del hogar. La lectura puramente socioeconómica de esto vería que crecieron sus ingresos y por eso su nivel de consumo, pero no explica de qué modo ese consumo se tradujo en un estilo de vida. Estos son aspectos que me interesa estudiar porque se pone en juego el modo en que alguien dice “esto soy yo”.

En detalle

Antropólogo cultural. Sergio Visacovsky es graduado en Ciencias Antropológicas en la Universidad de Buenos Aires (1987) y obtuvo un doctorado en Antropología Cultural en la Universidad de Utrecht (Países Bajos, 2001). Actualmente es director de una unidad ejecutora e investigador del Conicet.

Curso de posgrado. De visita en Mendoza, dicta desde el martes y hasta hoy un posgrado en el Incihusa (Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, CCT CONICET Mendoza). La temática que aborda es “Panorama de los estudios historiográficos y etnográficos sobre clases medias en Argentina. Nuevos enfoques y problemas comparativos con América Latina”.

Fuente: Diario Los Andes