Divulgación

Los/as trabajadores/as y la política, el desafío de la independencia de clase: el caso del PRT-ERP en Mendoza (1973-1976)

Los estudios sobre trabajadores y trabajadoras suelen prestar atención a su distribución en el aparato productivo, luchas económicas, organización sindical o vínculos dentro de los lugares de trabajo. Se trata de enfoques que atienden a las dimensiones fundamentales de la clase trabajadora en su desenvolvimiento cotidiano. Sin embargo, hay otro elemento que no por menos explorado resulta de relevancia inferior: la participación política de los/as trabajadores/as.


Varios factores influyen en la subestimación de esta dimensión. Probablemente el de mayor peso deba su origen a la idea de que la participación de los sectores subalternos en política es negativa. Se trata de una noción hegemónica que preserva los espacios de poder a la clase dominante. En tanto, la idea de que lo sindical y lo político son esferas incomunicadas constituye un sólido sostén del orden establecido y veta la posibilidad de participación política a los/as trabajadores/as. No obstante, la clase obrera argentina cuenta con una larga tradición de participación política.

El auge de la lucha de clases que tuvo lugar en nuestro país en las décadas del ´60 y ´70, dio lugar a contundentes luchas de calles que hicieron retroceder a las fuerzas represivas, como el Cordobazo, Rosariazo, Viborazo o Mendozazo. Pero el elevado nivel de participación y conciencia política popular no sólo se expresó en las calles y las fábricas, sino también en el surgimiento de nuevas organizaciones políticas que abrazaron el horizonte de la revolución socialista y propusieron una estrategia de lucha armada.

La guerrilla marxista: el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo

Entre las organizaciones surgidas al calor de esas luchas, el caso del PRT-ERP adquiere una relevancia particular puesto que se trató de un partido leninista que construyó desde la izquierda marxista hacia una clase obrera que expresaba un sentir mayoritariamente peronista. El PRT-ERP desarrolló una política de proletarización de sus militantes y tuvo inserción en importantes centros industriales. A la vez que desenvolvió una política para los sectores de trabajadores/as no obreros/as que redundó en la incorporación de importantes porciones de asalariados/as a sus herramientas gremiales como el Movimiento Sindical de Base (MSB) y también políticas como el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS).

En Mendoza también

En nuestra provincia el PRT-ERP se constituyó en junio de 1973, cuando una pareja de militantes cordobeses recientemente liberados por el Devotazo llegaron a Mendoza (Sebastián Llorens y Diana Triay, desaparecidos el 09/12/1975). De inmediato se incorporó un grupo local de obreros maipucinos cuyo nombre era Movimiento Socialista de Base. En su corta vida hasta 1976, el PRT-ERP mendocino llegó a contar con poco más de cien militantes, desarrollándose hasta el sur provincial.

En el sector obrero, tuvieron inserción entre los/as trabajadores/as rurales de la zona alcoholera de Maipú y Luján de Cuyo, la fábrica SASETRU y la destilería de Luján de Cuyo. Esta inserción redundó en importantes colaboraciones. Por ejemplo, un obrero de SASETRU cuenta que a escondidas utilizaba el mimeógrafo de la fábrica para realizar los volantes partidarios.

Entre los sectores de trabajadores/as no obreros/as, las actrices y actores del PRT desarrollaron una experiencia gremial que les permitió constituir la Asociación Argentina de Actores delegación Mendoza el 25 de septiembre de 1975, cuyo primer secretario general fue el perretista Rubén Bravo (desaparecido el 21/10/1976). Ellos/as plantearon que su proletarización no pasaría por ir a trabajar a una fábrica, sino por concebirse trabajadores/as del arte. Desde esa premisa, y en conjunto con militantes de otras tendencias, generaron un amplio proceso de discusión con actores y actrices de teatro independiente, radio-teatro y docentes universitarios, logrando constituir un gremio propio.

Entre los/as trabajadores/as de la salud se desplegaron experiencias similares. Aproximadamente catorce médicos/as y estudiantes de la carrea de Medicina integraron las filas perretistas. Desempeñaron una importante función social en barrios populares como San Martín, Flores y Gutiérrez, donde atendían de modo gratuito en rudimentarias salitas construidas con la gente. Realizaban relevamientos de la población del lugar, atendiendo a las condiciones de vida y principales problemas sanitarios. Además integraban, con médicos/as de otras tendencias, la Agrupación Médica Independiente. El testimonio de un médico perretista relata: “los primeros de mayo salíamos con el cartel que decía AMI a celebrar las marchas del 1 de mayo, como proletarios”.

También hubo inserción en el sector de bancarios/as, contando con delegados/as en las Comisiones Internas del Banco de Previsión Social, Banco de Mendoza y Banco Nacional de Desarrollo. Incluso, el militante perretista Pablo Marín (desaparecido el 16/11/1977) ocupó una secretaría en la Bancaria. La experiencia en estos casos se vio reflejada en los frentes únicos con otras tendencias, logrando desarrollar iniciativas fundamentales como la Escuela Sindical Bancaria y espacios de autoorganización entre trabajadores/as de base. Varios de sus planteos se ven reflejados en la revista que editaba la Bancaria bajo el título Democracia Sindical.

El rápido desarrollo e inserción perretista entre distintos sectores de trabajadores/as, en un contexto donde la represión parapolicial se instrumentaba de la mano del Comando Anticomunista Mendoza (cuya primera víctima mortal fue el perretista Amadeo Sánchez Andía, el 6 de junio de 1975), indica la necesidad de un proyecto político propio por parte de los/as trabajadores/as, que sólo pudo ser desterrado de cuajo por el genocidio.

Por: Violeta Ayles Tortolini – Becaria doctoral CONICET