Divulgación

Organización y conflicto social

Situación en Mendoza entre 1890 y 192


La economía provincial creció aceleradamente desde 1885. El ferrocarril y la inmigración fueron los dos factores esenciales para la expansión vitivinícola y la instalación de muchos talleres que se convertirían en industrias conexas, entre otras actividades económicas. Los oasis se transformaron, la urbanización se hizo explosiva y la sociedad se volvió compleja y muy heterogénea.

Para 1914, la ciudad de Mendoza tenía un tercio de su población extranjera, mayoritariamente europeos. Nuevos oficios y demandas laborales ampliaron extraordinariamente el mercado de trabajo, que se fue haciendo más libre, aunque en un marco de extraordinaria precariedad del empleo.

Una gradual liberalización de las relaciones laborales dio paso a la aparición de los conflictos colectivos, particularmente huelgas, desde la última década del siglo XIX. Las causales fueron, sin duda, los bajos salarios, condiciones laborales muy duras, así como las miserables condiciones de vida de los trabajadores y sus familias. En menor medida estuvieron presentes, abierta o solapadamente, trasfondos político-ideológicos y, también, acciones emprendidas por solidaridad.

La rápida circulación de las ideas introdujo en Mendoza los fundamentos ideológicos y políticos para las organizaciones gremiales que defenderían las causas de los trabajadores. Las tres principales líneas con presencia local fueron el anarquismo, que combatía la propiedad privada como raíz de todos los males y tenía como enemigo fundamental al Estado; el sindicalismo revolucionario, que propiciaba el gobierno de los trabajadores y, finalmente, el socialismo, sostenedor de la defensa obrera desde los gremios y de la participación en el sistema político para modificar por vías legales la realidad del mundo del trabajo. Una cuarta tendencia era pragmática y buscaba la negociación con el Estado para obtener beneficios concretos para sus afiliados. Todas ellas convivieron y participaron de la conformación de una central obrera local (Federación Obrera Regional Argentina).

Las elites gobernantes se preocupaban por la denominada “cuestión social”, que englobaba la pobreza y sus consecuencias de enfermedades transmisibles, el temor a las nuevas ideologías y a la organización obrera, y las huelgas, entre otras.

La respuesta dominante era la represión de la protesta social y la invisibilización de la problemática de la pobreza. La organización obrera enfrentaría estas concepciones con diversas estrategias, inclusive durante el gobierno de José Néstor Lencinas (1918-1920), que inauguró una etapa diferente, buscando el bienestar del mundo del trabajo mediante legislaciones sociales de avanzada, como el salario mínimo y la jornada laboral de ocho horas, además del reconocimiento del 1.º de Mayo como el Día del Trabajo.

La huelga se instaló en Mendoza fuera del oasis, en la cordillera. Estuvo a cargo de obreros que construían el ferrocarril trasandino para los hermanos Clark, empresarios que rehuían pagar sus obligaciones y comenzaron a tener problemas con sus trabajadores desde fines de 1890.

En septiembre de 1892, unos 500 obreros abandonaron su labor y se trasladaron a Mendoza para protestar frente al Diario Los Andes, moderna forma de adquirir visibilidad para sus problemas. En su edición del 1.º de octubre, criticaba duramente a la empresa y al capital extranjero, pero advertía sobre el peligro de tener un conflicto social en el interior de la ciudad “invadida” por los trabajadores, diciendo que la empresa era un “parásito del tesoro nacional, y… le niega al peón un pedazo de pan o un centavo a cambio de 6, 8 y 10 meses de trabajo a crédito… ojalá que el conflicto sea zanjado… [y] que esos 500 hombres recuperen lo que les pertenece y dejen de ser un peligro público, pues nadie sabe ni cómo principian ni dónde acaban las agitaciones que trae la miseria”. El diario reconocía la justicia del reclamo, pero se espantaba por el “peligro” que representaban los obreros. Fueron estos ferroviarios, que finalmente cobraron sus acreencias, quienes introdujeron la conflictividad social en los oasis y, en especial, en la ciudad.

Otro destacable conflicto fue la huelga de ferroviarios en setiembre de 1917, brutalmente reprimida, con tres muertos y una veintena de heridos. Ya en el gobierno lencinista, las huelgas de tranviarios (1918-1919) y contratistas de viña (1919-1920) pusieron en jaque a la economía provincial. Finalmente, la gran huelga de maestros de 1919 significó el ingreso de los sectores medios al mundo del trabajo y a la conflictividad social. Sin embargo, el movimiento obrero pagó un alto costo: se dividió y dispersó durante largos años.

Por: Rodolfo Richard-Jorba. Inv. Principal INCIHUSA – UNCuyo